El calendario indicó que ayer era el 9 de diciembre. No cualquier día; dice la señora Marta y el señor Ramón que hace 30 años atrás, sus vidas cambiaron, porque desde ese día les llamaron papá y mamá de Raymond. Ya culminaron 365 días, los cuales viví por las pasadas dos décadas. Aprendí a dar lo mejor de mí y tengo la satisfacción de poder disfrutarlos a otro nivel.

La dicha de cumplir años es que agradecemos a la vida por todo lo bueno y no tan bueno. No le reclamo nada, por el contrario, agradezco por las cosas maravillosas que me ha regalado: familia, amigos, colegas y nuevas oportunidades. He sido bendecido en estas últimas dos décadas. Haciendo memoria, puedo dar gracias por quienes estuvieron, están y vendrán, aquellas personas que creyeron en mis sueños y aquellos que no, fueron el motor para no rendirme. !Vamos por más!

Supe lo que era llorar por frustración, por eso que llaman el desamor, por intentar y no obtener los resultados que quería. Como también supe lo que era amar, reír hasta que me doliera la barriga, conocí una familia hermosa, una familia latinoamericana, un equipo de trabajo increíble (teamturista), lxs mejores. Sacrifiqué muchos sueños y obtuve resultados inimaginables. ¿Perfecta la vida? nah! la vida me pasó factura como resultado de mis acciones, pero, a su vez, me dio el bálsamo que necesitaba para seguir adelante. ¿Qué me espera ahora? Entiendo que mucha aventura y aprendizaje. Cómo decía Celia Cruz: «la vida es un carnaval». 

​​​​​​​Nuevamente, agradezco a cada persona que me ha enseñado a amar la vida y han servido como maestro. Y, gracias, gracias, gracias porque hicimos de estas dos décadas uno de aventura, ¡salú! por la nueva temporada que, acaba de comenzar. ¡Gracias Dios!