Recuerdo que los primeros meses del año no fueron los mejores, experimenté mucha ansiedad a un nivel que no podía respirar. La mente corriendo a mil millas por segundo. Hubo una tarde, mientras me bebía un “frapp” tranquilo, dentro de mi carro, mi cuerpo se paralizó y mi corazón comenzó a latir tan fuerte que comencé a llorar. Llamé a la línea PAS (sesión de desahogo, consejería en crisis y apoyo emocional; de igual manera responde a individuos de comportamiento suicida seguidos de otros problemas de salud mental como: depresión, violencia doméstica y trastornos de ansiedad, entre otros), no quería quitarme la vida, solo hablar con alguien que no me conociera; lograron estabilizarme y conseguirme una psicóloga, abrazar el fracaso me hizo fantasear con muchas cosas.
Semanas después recibí una llamada, “sabemos que no te encuentras bien, necesitas salir unos días de tu país, verifica tu correo electrónico y nos vemos en Colombia en par de horas”.
Estando en el avión llorando y temblando porque la ansiedad se hacía más grande, entre lágrimas le escribí esto a mis hermanxs:
Estoy camino a sanar, llevo unos días muy duros emocionalmente, la ansiedad anda más fuerte de lo normal. Entre tantos intentos y lograr nada, lo único que he visto son fracasos y no permitiré volver a años pasados. Ahora, estoy viendo un poco como comienzan a “surgir” proyectos y para poder trabajarlos y ponerles pasión, tengo que respirar y para eso, me voy unos días. Estoy bien. Necesito agarrar fuerza.
Love yah!
Irme a Medellín fue como volver a respirar y encontrarme con mis panas fue sanador. Esa primera noche que pasé solo en la habitación, me encerré en aquel baño y debajo de la ducha dejé que el agua corriera por todo mi cuerpo como si fuera un bálsamo y, sentado en el piso lloré.
Las sesiones con la psicóloga han sido como una montaña rusa, unos días buenos y otros no tan buenos, más allá de la terapia y la motivación del día a día, he identificado actividades que me ayudan a despejar la mente como: ir al cine, leer, escribir, involucrarme en proyectos pero sobretodo, poder hablar con mi familia y amistades, mi red de apoyo.
La ansiedad no es un juego. Gracias a quienes han estado en el proceso, a quienes con sus abrazos sanan, a quienes escuchan y no juzgan. Si estás en tu proceso de ansiedad, no estás solx, cuesta mucho, pero, atrévete a apalabrar lo que sientes y ojalá las fuerzas lleguen para buscar la ayuda a tiempo. ¡Eres valiente! ¡Somos valientes!